Involuntario

Soy yo, peleando, de nuevo. Contra mi peor enemigo. Aquello que me conoce tan bien y sabe mis debilidades. Que puede controlarme con solo mover un dedo. Que me impulsa a hacer cosas que no quiero hacer.

Mi pie.

Mi pie se mueve por las noches. Todo comenzó una noche en la que sentí un sobresalto y escuché el horrible chillido de mi gato; Trueno. Sabía inmediatamente que había sido mi pie el que había hecho un movimiento involuntario. Ahí mi pie se dio cuenta que tenía la oportunidad, vio una puerta y la atravesó sin miedo. Ganó completamente una pelea que yo no podía pelear en mis sueños.

A las dos semanas, en una noche volvió a ocurrir; mi pie volvió a decidir moverse por sí solo. Esa noche desperté con el resplandor de una pantalla de televisión en el rostro. Lo primero que vi, fue a mi pie izquierdo, con el control remoto de la televisión entre el dedo pulgar y el dedo índice del pie. En la pantalla, una película de un pingüino bailando. Creo que se llamaba Happy Feet.

A la semana volvió a ocurrir, desperté en medio de la noche con salpicaduras de aceite caliente sobre mi rostro. Mi pie estaba cocinando un rib-eye a las 4 de la mañana. ¿No se pone a pensar en el colesterol?

Y 3 semanas después, desperté y vi la cama completamente llena de tierra. Mi pijama estaba manchada de lodo. Mi pie izquierdo, lleno de cortadas y heridas. Para mi sorpresa, al salir al jardín descubrí algo inesperado. Un gran trabajo de jardinería en los rosales y flores. Así que eso estuvo bien.

Pero esto no se podía quedar así. Necesito cerrar esta etapa de mi vida. Pie. Sé que algún día leerás esto. Te va a doler leerlo. Pero no podemos seguir así. Mi psicólogo me recomendó dejarte. Tal vez en un futuro podamos reencontrarnos. Ya que hayamos madurado.

Adiós y buena suerte.

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